Pepe Perea Perdigones, vecino de Alcorcón, no es joven (tiene 74 años), no sobrepasa el metro sesenta, no tiene una esposa que responda al canon anglobotox de belleza, no posee un descapotable, no tiene una masía -su piso de Alcorcón no sobrepasa los 60 metros cuadrados-, no tiene un sinfín de amigos (sólo uno: Paco), ni una vida social intrépida (sólo sale un ratito por las mañanas a tomarse el vermut con el mencionado Paco), Pepe Perea Perdigones es feliz. ¿Cómo es esto posible?, se ha preguntado Emily Thorton, doctora en Antropología Generativa-Transformacional de la Universidad de Madison (Wisconsin). ¿Cómo es posible que quede todavía un ser humano capaz de ser feliz a pesar de no tener todo lo que hay que tener para ser feliz? ¿Es Pepe Perea Perdigones el último miembro de una especie en extinción? ¿Dónde reside la felicidad?https://vimeo.com/361485325